- Leandro Fernández Macho
- Fecha de actualización: 29/03/2023
A lo largo de los últimos 20 años, he tenido la oportunidad de trabajar con muchísimas organizaciones, miles de profesionales y de líderes, que me han permitido contrastar muchas de las teorías sobre el liderazgo. Para los seres humanos, la necesidad de liderar y ser liderados, es probablemente tan antigua como respirar. Sin esa figura que cobra especial relevancia cuando las circunstancias aprietan, es posible que no hubiéramos salido indemnes de los múltiples desafíos a los que la historia de la evolución nos ha enfrentado. Es curioso observar como hay personas que de forma natural buscan ese tipo de rol dentro de los grupos, como si de algún tipo de recompensa se tratase, mientras que otras no lo quieren ni regalado, como si detrás de ese rol, se escondiera algún tipo de pesada losa, castigo o amenaza de muerte…
También es curioso observar como algunas de esas personas que asumen con gusto el rol de líderes, no son capaces de lograr la confianza, el compromiso y la ilusión de aquellos a quienes aspiran a liderar. Es evidente que para liderar, no resulta suficiente con querer hacerlo, sino que además aquell@s a quienes un@ aspira a liderar han de reconocerl@ y darle ese voto de autoridad y confianza. Y es que el arte del liderazgo, parece mezclar algunos ingredientes imprescindibles para que la “alquimia” emocional pueda darse.
Así que…
¿Qué es liderazgo?
Liderar es el arte de inspirar, alinear y desarrollar a las personas para lograr resultados, al servicio de algo más grande que el interés de cada individuo en sí mismo.
Características del liderazgo
1) Inspirar: uno de los imprescindibles para el liderazgo empresarial
Empecemos por “inspirar”. Inspirar es conectar a las personas con el estado emocional de pasión, compromiso y confianza que les mueve a entregar lo mejor de sí mismos en pos de un objetivo. Las personas necesitamos vislumbrar el para qué de nuestros esfuerzos. Necesitamos ver, oír y sentir que detrás de nuestros sacrificios hay una razón coherente con nuestros valores. Esa coherencia nos ayuda no sólo a entregar lo mejor de nosotr@s mism@s, sino a enfrentar las dificultades, que en algún momento aparecerán, con un poderoso sostén emocional al que agarrarnos para no naufragar.
2) El liderazgo también es “alinear”
Porque para lograr el objetivo que persigamos, necesitaremos combinar esfuerzos de diferentes personas, con diferentes valores, talentos, miradas y prioridades. Y es que quien lidera influye y mucho, en que los miembros del equipo quieran enfocar sus energías remando en la misma dirección, encontrando el lugar desde el que pueden aportar más valor, adaptándose cuando la situación requiera que ocupen posiciones a veces incómodas, complementándose y aprovechando las sinergias resultantes. Para ello, investigaciones como las de la consultora Hay/McBer, basada en una muestra aleatoria de casi 4.000 ejecutivos de una base de datos de más de 20.000, muestran que el liderazgo que funciona, requiere de la flexibilidad del líder para combinar diferentes estilos de liderazgo. Los equipos se alinean, cuando l@s líderes son capaces de leer lo que estos necesitan y adaptan su estilo a las circunstancias. Más que pretender que el equipo se adapte al líder, la esencia del liderazgo sostenible se encuentra en que quien lidera, se adapte a lo que necesita el equipo.
3) Desarrollar a las personas
Liderar implica también “desarrollar”, porque las personas se preocuparán por ti en la medida que sientan que tú te preocupas por ellas. Si quien lidera muestra interés en los objetivos personales de sus colaboradores y en cómo ayudarles a conseguirlos alineándolos con los del equipo o la empresa, será más probable que los colaboradores respondan a ese interés en forma de compromiso. Ayudar a que las personas sientan que evolucionan y son cada vez más capaces y competentes, ayuda a mantener la motivación y los resultados “en máximos”. El famoso profesor de psicología de la universidad de Claremont e investigador Mihály Csíkszentmihályi, demostró que el máximo rendimiento y bienestar de una persona (canal de flujo) surge de la intersección entre el nivel de desafío que enfrenta la persona y su nivel de competencia y confianza en sí misma.
Fuera del “canal de flujo” entramos en estados de ansiedad o pánico (si el grado de desafío supera nuestra capacidad y confianza), o en estados de apatía (si nuestra capacidad y confianza superan el grado de desafío). La ausencia de retos en nuestro quehacer diario, nos instala en un estado de comodidad que aunque inicialmente pueda resultar atractivo, a medio y largo plaza aniquila nuestra sensación de utilidad y con ello buena parte de nuestra capacidad para encontrar sentido y satisfacción en lo que hacemos. Es por ello que liderar, implica también desarrollar… Sin desarrollo, sin retos, sin desafíos que nos hicieran crecer, los seres humanos no hubiéramos podido sobrevivir a lo largo de la historia de nuestra evolución. Quizás sea por ello que “la vida” premia con mayor grado de felicidad potencial a aquellos, que se muestran motivados por aprender, crecer y aportar…
El Liderazgo que persigue resultados
Liderar, también incluye lograr resultados. Es verdad que resultados siempre conseguimos. A veces resultados que nos acercan de forma directa a nuestros objetivos y otras resultados que aunque inicialmente pudiera parecer que nos alejan, si aprendemos de ellos, nos sirven para continuar avanzando. Investigaciones en el campo de la psicología positiva como las de su impulsor, el profesor Martin Seligman, demuestran que el ser humano persigue de forma intrínseca el logro, las victorias, el virtuosismo. Sentir que avanzamos, que logramos, que ganamos, ha sido un impulso fundamental para la supervivencia de la especie.
Cada vez que ganamos segregamos testosterona, y esta hace que aumenten los niveles de dopamina, un neurotransmisor que activa las áreas del cerebro con las que elaboramos nuevos planes, objetivos y estrategias.
Del logro al liderazgo
Ganar, hace que nos preparemos para volver a ganar y activa nuestro circuito de recompensa cerebral, desde el que sentimos placer y nos motiva a repetir, repetir y repetir. Con ello, aumentarán los receptores de testosterona y la próxima vez que ganemos, el logro será aún más gratificante. El logro de hecho, es como una droga. Una droga que nos hace sentir muy bien, porque elimina los miedos, la ansiedad, la depresión, mejora la creatividad y las capacidades cognitivo ejecutivas superiores. Ganar nos prepara para volver a ganar. Seguir a un líder que nos hace sentir bien con nosotros mismos, que avanzamos, mejoramos, crecemos y logramos, es como una droga.
Pero hay que tener mucho cuidado, porque todo lado luminoso, tiene también su lado oscuro… El mismo sistema que nos motiva a lograr, comparte circuitos con el sexo o las drogas. Cuando llevamos mucho tiempo ganando, podríamos obsesionarnos con el éxito, cronificándose la planificación y búsqueda de placer, y aumentando la actividad en las áreas del cerebro que conducen al egocentrismo y reducen la empatía. Perderíamos el contacto y el interés por los demás, convirtiéndonos en yonkis del logro, del éxito y el poder, incapaces de mirar más allá de nuestros ombligos. Reduciríamos nuestra capacidad para ser críticos con nosotros mismos y aumentaríamos nuestra tendencia a hacer trampas para seguir ganando a cualquier precio y no perder el chute de dopamina. Perder el contacto con los demás, tiene un alto precio…el precio es la soledad y con ella la infelicidad, por mucho que externamente parezcamos tenerlo todo…
Es por ello que para liderar resulta imprescindible ser consciente de que el poder y éxito puede “endiosarnos” y orientarnos como líderes tanto a nosotros mismos como a nuestros equipos, hacia el servicio a algo más grande que nosotros mismos y nuestros intereses individuales. Los “auténticos líderes”, a los que la gente sigue a través de oasis y desiertos, y a los que se entregan de mente, corazón y espíritu, son líderes que demuestran estar al servicio de algo más grande que su propio ombligo…
10 claves para convertirte en el/la líder TOP, que tu equipo necesita
Y como el liderazgo es una habilidad que con entrenamiento se puede desarrollar, ahí van algunos consejos para potenciar tus resultados como líder:
- Encuentra el “para qué” de tu trabajo y el de tu equipo y asegúrate de que implique contribuir a algo más grande e inspirador que vosotr@s mism@s.
- Dale visión a tu equipo: hacia dónde vamos y para qué vamos hacia allí.
- Transforma junto a ell@s esa visión, en objetivos medibles, alcanzables, retadores, ecológicos con respecto a otros objetivos y específicos
- Identifica los valores que os permitirán llegar hasta allí, sintiéndoos orgullos@s de vosotr@s mism@s.
- Sé flexible: adapta tu estilo de liderazgo a lo que la situación requiera. Un carpintero que sólo sabe usar el martillo, difícilmente hará un buen trabajo.
- Muéstrate vulnerable y auténtic@: no escondas tus necesidades emocionales. La vulnerabilidad y la autenticidad, generan credibilidad.
- Recuerda que tu trabajo es lograr que ell@s “quieran hacer y hagan”: no llenes tu agenda de trabajo operativo que no te deje tiempo para las personas.
- Interésate por la persona que está detrás del puesto y el rol: conócel@s para poder darles lo que cada un@ necesita.
- Trata de ser just@: quien aporta más, merece más y quien aporta menos, merece menos.
- Gestiona los límites: mantente la suficientemente cerca y lo suficientemente lejos, como para ser capaz de tomar decisiones, aunque a veces duelan.
Reconocido como uno de los TOP Speakers Spain más influyentes de España por la prestigiosa Thinking Heads. Profesor, coach y conferenciante experto en gestión del cambio, liderazgo, influencia y gestión positiva del estrés.